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La pregunta puede parecer sencilla, pero su respuesta encierra consecuencias tan críticas como un incendio que se propaga en segundos: ¿están obligados los comercios a revisar sus sistemas contra incendios cada trimestre? La duda persiste entre pequeños comercios, grandes superficies y cualquier establecimiento donde la seguridad no puede dejarse al azar. Antes de profundizar en obligaciones legales y protocolos de revisión, detengámonos a imaginar un escenario demasiado habitual: un cortocircuito en una trastienda mal ventilada, una chispa que prende y una llama que se propaga sin control. En minutos, el esfuerzo de años puede desaparecer entre cenizas.
Los incendios en comercios no son eventos aislados ni excepcionales. Según el informe “Estamos Seguros” de Unespa, el 8,5% de los incendios se producen en locales comerciales. Este porcentaje supera incluso al registrado en instalaciones industriales, lo que debería despertar alerta entre cualquier propietario de negocio. La seguridad contra incendios no es opcional: es una necesidad que puede marcar la diferencia entre la continuidad y el cierre definitivo de un comercio.
El Real Decreto 513/2017, que regula las instalaciones de protección contra incendios, establece con claridad que los comercios deben realizar revisiones trimestrales de sus sistemas. Estas inspecciones pueden ser realizadas por el titular del negocio, siempre que cumpla los requisitos técnicos, o delegadas a profesionales especializados. No es un mero trámite administrativo: cada revisión debe registrarse en acta y conservarse durante cinco años, constituyendo un escudo legal frente a sanciones o responsabilidades en caso de siniestro.
La protección activa contra incendios va más allá de instalar extintores o señalizar salidas. Implica un compromiso permanente con la seguridad. Cada inspección debe asegurar que los extintores funcionan correctamente, que la señalización es visible y que los sistemas automáticos de detección y extinción operan sin fallos. Ignorar este mantenimiento puede ser un error irreversible.
Un extintor caducado es comparable a un paracaídas con agujeros: inútil en el momento crítico. Sin embargo, en muchos comercios, su revisión se pasa por alto como si fueran objetos decorativos. La normativa exige revisiones visuales trimestrales y controles completos anuales por técnicos cualificados. Cada conato de incendio puede contenerse si se actúa con rapidez y los medios son efectivos, y un extintor funcional es la primera línea de defensa.
Desde comprobar la presión y el estado físico de los extintores hasta revisar luces de emergencia y detectores de humo, todo debe quedar registrado. La documentación no es un mero formalismo: en caso de siniestro, el seguro solo cubrirá daños si se ha cumplido con las inspecciones según la normativa vigente.
Uno de los aspectos más críticos de la prevención de incendios es la correcta ignifugación de materiales. La obligación de aplicar tratamientos ignífugos depende del riesgo del local y de los materiales presentes: tiendas de ropa, zapaterías, librerías o restaurantes con cocinas industriales deben prestar especial atención. La ignifugación no solo reduce la propagación del fuego, sino que protege vidas y minimiza daños materiales.
La aplicación de ignifugaciones debe ser realizada por empresa de tratamientos ignifugos autorizada y renovarse periódicamente, especialmente tras modificaciones en la distribución del local o en los materiales expuestos. La correcta elección de productos y su mantenimiento son tan esenciales como tener un sistema de detección de humo funcional.
No todos los comercios requieren los mismos niveles de protección. La exigencia de ignifugación y revisiones depende del riesgo que implica la actividad y los materiales presentes:
En estos casos, las autoridades pueden requerir que techos, cortinas, paneles y estructuras sean tratados con productos ignífugos certificados. Las inspecciones periódicas garantizan que estos tratamientos mantengan su eficacia y que el riesgo se mantenga controlado.
Los daños por incendios no se limitan a pérdidas materiales. Implican cierre temporal, pérdida de reputación, interrupción de la actividad y afectación del personal. Un incendio puede generar un incremento del 11,5% en los costes frente a la media de reclamaciones según Unespa. El coste medio de restauración tras un incendio de origen eléctrico puede oscilar entre 1.500 y 5.000 euros, sin contar reformas necesarias para cumplir nuevas exigencias legales antes de reabrir.
Delegar la prevención a la suerte es una temeridad. La responsabilidad legal siempre recae en el titular del establecimiento. Las actas de revisión deben estar firmadas, accesibles para inspección y conservarse como evidencia de cumplimiento. Fallar en este aspecto puede conllevar sanciones, pérdida del seguro o incluso la clausura del negocio.
La protección contra incendios no es un gasto, sino una inversión en seguridad y continuidad. Revisar sistemas, mantener extintores operativos y aplicar ignifugaciones no es opcional; es esencial. La prevención permite actuar con rapidez ante conatos y reduce la probabilidad de que un incidente se convierta en desastre. La seguridad debe integrarse en la cultura del comercio, creando conciencia entre empleados y propietarios.
Además, la protección contra incendios es un compromiso con clientes y trabajadores, demostrando que la empresa prioriza la seguridad y la responsabilidad. La revisión trimestral, la documentación y el mantenimiento de sistemas no solo cumplen la normativa, sino que protegen el valor económico y reputacional de cualquier comercio.
Así que, los comercios sí están obligados a revisar sus sistemas contra incendios cada trimestre. Estas revisiones, junto con la correcta aplicación de ignifugaciones y el mantenimiento de extintores y sistemas de detección, constituyen la mejor defensa frente a un riesgo que puede arruinar años de esfuerzo en minutos. La normativa, lejos de ser una carga burocrática, es un instrumento para proteger vidas, inversiones y la continuidad de los negocios.
Invertir en protección contra incendios es invertir en seguridad, confianza y sostenibilidad. No hay margen para improvisaciones: la prevención efectiva empieza con disciplina, inspección periódica y compromiso total. Solo así un comercio puede garantizar que, en el momento crítico, está preparado para actuar antes de que el fuego escriba su propia historia.
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